El 15 de septiembre de 2020, cuando el mundo se despertaba poco a poco del letargo que había supuesto la pandemia del COVID, fue un día muy triste para la Arqueología, especialmente para la del mundo etrusco y la de la Protohistoria del Mediterráneo Antiguo. Mario Torelli había fallecido a los 83 años de edad. O eso nos dijeron. A algunos nos gusta más pensar que ascendió a los cielos en un carro tirado por caballos alados, como los héroes de las terracotas que dedicó buena parte de su vida a estudiar.
Mario Torelli desempeñó muchos cargos en muchos sitios prestigiosos, tantos que sería una pérdida de tiempo hacer aquí un largo listado de los mismos. Bastará con señalar que fue profesor de Arqueología e Historia del Arte Griego y Romano en la Universidad de Cagliari y luego, y hasta su jubilación en 2010, en Perugia. Y que, como director de excavaciones, hundió su paletín en sitios tan espectaculares como Gravisca, (Tarquinia), Veyes, o el santuario extraurbano de Afrodita en Paestum. Todo esto, claro está, entre muchas otras posiciones, cargos y menciones de gran relevancia.
Centrado especialmente, aunque no de forma exclusiva, en la civilización etrusca, los pueblos itálicos y su romanización, el profesor Torelli escribió más de doscientos artículos científicos y casi una treintena de libros. Es sorprendente, y a la vez triste, que de esta extensa producción, en España sólo se haya traducido su Storia degli Etruschi (1984) y su manual de arte junto a Bianchi Bandinelli L’arte dell’antichità classica. Etruria-Roma (1986), ambos descatalogados y sin esperanzas der ser reeditados. Tampoco en la «lengua franca», el inglés, hay mucho más traducido. Así que, quien quiera conocer su obra, tendrá que hacer el esfuerzo (y a la vez obtendrá la recompensa) de leer a il professore en su lingua materna.
Y quien lo lea, descubrirá a un arqueólogo con un ojo y una mente absolutamente privilegiados. A uno de esos autores que, poniendo atención en los detalles y conectando varios indicios arqueológicos, era capaz de tejer sorprendentes teorías con las que envolvía al lector. Y como teorías, se pueden creer o no; estar o no de acuerdo con lo que se plantea y aceptar o rebatir sus sólidos argumentos. Sin embargo, con ello conseguía generar interesantísimos debates, hacer que la atención del público internacional se centrase sobre aspectos bien conocidos y otros que habían pasado inadvertidos. Por el camino, planteaba novedosas metodologías que se podían aplicar con éxito en muchos otros ámbitos del Mediterráneo protohistórico. No en vano, y a modo de ejemplo, asistiendo a un congreso en España en el que se hablaba del monumento íbero de Cerrillo Blanco (Porcuna, Jaén), fue él quien realizó un apunte en una libreta sobre cuál pudo ser el programa iconográfico de dicho conjunto escultórico. Y, como señalaron luego los arqueólogos jiennenses al estudiar el monumento, el esquema garabateado por Torelli funcionaba. El monumento de Porcuna incluía la misma cosmovisión aristocrática que él había propuesto para el vaso François en su libro La strategie di Kleitias (2007).
Y aunque digan que ha muerto, nosotros siempre le tenemos muy vivo y presente en nuestros viajes. Mencionamos su figura cuando visitamos los yacimientos en los que él excavó. Hacemos un elogio de su figura siempre que pasamos por el Museo de Perugia, donde tiene una sala con su nombre o en Cortona, donde desde hace años luce una placa en su honor. Pasamos siempre un largo rato ante el Vaso François tratando de desentrañar la estrategia de Clitias, o ante las terracotas de Acquarrossa, planteando ante nuestros viajeros el debate sobre la interpretación de las mismas (¿príncipe heroico o discurso de legitimación de un tirano?). Hablamos de sus propuestas sobre los discursos de la aristocracia protohistórica en Vila Giulia, ante la Olpe Chigi, pero también en Jaén, ante los restos del monumento de Cerrillo Blanco. Y, en Tarquinia, no podemos evitar emocionarnos ante los elogia de los Spurinna, sobre los que Torelli escribió dos libros: uno en 1975 y otro hace apenas 10 años, donde ampliaba y revisaba muchas cosas que dijo en aquel otro.
Viajar por el Mediterráneo Antiguo, especialmente en su parte occidental, supone dialogar con la obra y la figura de Mario Torelli. Y nosotros, al cabo del año, hacemos unos cuantos viajes por estos lares…
Sirvan pues estas líneas como humilde homenaje de nuestro equipo al Professore en el quinto aniversario de su partida.