Sobre Constantinopla, en efecto, no hay dudas ni divergencias de pareceres. Hasta el más desconfiado viajero va seguro de no hallar una desilusión: nadie ha sufrido todavía un desengaño. Para nada entra en la fascinación y encanto que produce, la consideración de los recuerdos de la admiración que en otros causó su visita. Es una belleza universal, ante la cual se extasían el poeta y el arqueólogo, el diplomático y el comerciante, la princesa y el marinero, el hijo del septentrión como del mediodía: a todos, unánimemente, ha arrancado el espectáculo de Constantinopla un grito de asombro y maravilla. Se trata del más hermoso lugar del mundo, a juicio de todo el mundo…
Edmondo De Amicis, Constantinopla (1878)
¿De verdad hace falta presentarla?, ¿acaso recordar que la megalópolis actual, desparramada en las orillas de dos continentes, se yergue sobre la antigua capital de dos de los imperios más importantes de la historia -el otomano y el romano oriental-, y ambas, a su vez, desbordando el exiguo solar que otrora ocupó la pequeña pólis de Bizancio?, ¿y antes, qué había, esperaba deshabitada aquella perla tracia aguardando a ser poblada por los griegos? ¿por qué dedicarle un viaje monográfico?, ¿¡sólo Estambul, durante toda una semana!?, ¿no vamos también a la Capadocia y Pamukkale? A decir de los clásicos, el mismísimo Apolo, a través de su médium, la pitia délfica, tachó de ciegos a quienes no vieron las muchas posibilidades que ofrecía aquel asentamiento privilegiado…
Llegar, lleguemos en avión puesto que la Ruta de la Seda hace tiempo que dejó de ser lo que era -aunque las mercaderías de la China siguen copando el Gran Bazar-, pero no demoraremos mucho el embarcarnos para hacer las cosas como es debido. Recorramos el Bósforo hasta la bocana del Mar Negro -nadie en su sano juicio se aventura a surcar sus aguas a menos que esté muy desesperado-; leamos allí a Heródoto, Jenofonte, Ovidio, las Argonáuticas y acerca de las grandes placas de hielo que bajaban del Danubio cerrando el paso y pudiendo, quizá, ser el origen de las míticas Simplégades… Y con esos mimbres, ahora sí, volvamos a bordo para arribar a la Ciudad («eis tan Polis», siempre con mayúscula), como dicta la poesía: «Asia a un lado, al otro, Europa, y allá a su frente, Estambul».
Vayamos al principio, o a uno de sus muchos principios, el 11 de mayo del 330. Constantino inaugura su ciudad con una serie de actos y rituales en su foro -hoy la plaza de Çamberlitas- y el hipódromo -la del sultán Ahmet- llamados a perpetuarse cada año. Tomando la antigua Vía Egnatia desde los vestigios del arco de Teodosio, recorrámosla hasta su término, el Milion, kilómetro cero de las calzadas de la nueva capital. El camino se bifurca abriéndonos dos opciones: a la izquierda, descender a las húmedas profundidades del Palacio Sumergido para contemplar a la Medusa ahogándose; a la derecha, atravesando el viejo Augustaion, alcanzar la verdadera residencia imperial, devenida en el Museo de los Mosaicos. Desde allí bajemos hasta el Mar de Mármara y afrontémonos a la tierra de los ciegos megarenses -la antigua Calcedonia, hoy Kadiköy-, aunque sólo sea para evocar la memoria de Belisario junto a su torre o a Juliano el Apóstata en el espacio que ocupó su puerto. Allí, a nuestra espalda, quedará la fachada de Bucoléon, y tras las murallas…
Pasa el tiempo y ya estamos en el siglo VI, Justiniano, gloria y peste. Nos encontramos dentro de la iglesia de los santos Sergio y Baco, aunque ya nadie la llama así sino Küçuk Ayasofya Camii, es decir, la pequeña Santa Sofía, puesto que ésta, tal vez un encargo de la mismísima Teodora, sirvió de ensayo para la grande, el summum y la sinécdoque de un tiempo, de toda una edad dorada de la historia del arte.
Del esplendor al ocaso, sin perdernos en discusiones bizantinas: primavera de 1453. El sultán Mehmet II asedia Constantinopla. Encaramémonos a los adarves de la Puerta Dorada, recreemos el sitio en el Museo Panorama, entremos a la ciudad por su segundo acceso en importancia, el de Carisio, igual que hizo su conquistador, y dirijámonos a su barrio homónimo, Fatih, hasta el lugar sobre el que se yergue su venerado mausoleo (construido, a su vez, sobre el de los primeros emperadores, la iglesia de los Santos Apóstoles). Descendiendo la cuarta colina, quedará a nuestra derecha la columna de Marciano, a la izquierda, el acueducto de Valente, y justo a nuestro frente una de las obras maestras del mejor alarife turco, Mimar Sinan, la mezquita de los Príncipes. Tiempo habrá y dedicaremos a su exquisito hacer recorriendo los principales templos musulmanes que levantó en Estambul, descollando literalmente por encima de todos, como una atalaya sobre la Península Histórica, en el que yace el mayor de los sultanes, Solimán el Magnífico.
La Sublime Puerta nos dará acceso al palacio de Topkapi, proyectado como una lanza hacia la punta del Serrallo, pero más que para sus marearnos ante los groseros acopios de piedras preciosas que se exhiben en su Tesoro -meta de peregrinos por conservar algunas reliquias del Profeta-, vayamos para penetrar morbosos en el lugar en el que muy pocos occidentales (no emasculados) lo hicieron mientras estuvo en funcionamiento, la jaula dorada del harén. Desde su quietud y silencio, sumerjámonos en el mundanal ruido de Sirkeci -la terminal europea del célebre Orient Express- y los penetrantes olores del Bazar de las Especias hasta alcanzar, en mitad de aquella ensordecedora Babilonia, otro irreal remanso de paz, Rüstem Pasha Camii, el cénit de la azulejería de Iznik. Una vez hayamos cogido aire, salvemos el Cuerno de Oro y perdámonos en las sórdidas callejas de Gálata antes de subir los peldaños de su torre genovesa y hacernos merecedores de un té, con mucha azúcar, en el salón del Pera Palace para leer in situ a Agatha Christie.
La mañana del último día, como no podría ser de otro modo, la dedicaremos, por entero, a ver las distintas colecciones de uno de los museos arqueológicos más importantes del mundo. A su conclusión, absolutamente derrengados, disfrutaremos de una merecida tarde de asueto en la que cada cual podrá disfrutar la Ciudad como más le plazca y el firme convencimiento -esperamos, tras una larga semana de viaje- de que no han visto apenas nada…
Precios por persona desde Madrid:
Suplemento habitación individual:
360 €
Contactar para información sobre salidas o conexiones desde otros aeropuertos.
Si estás interesado/a en este viaje, rellena el formulario pinchando en el link abajo y te avisaremos cuando el viaje esté publicado en la web con toda la información detallada y los plazo de reserva.
Para poder reservar es necesario inscribirse online y abonar 758 euros por persona mediante la forma de pago selecionada (tarjeta, paypal o transferencia), o contactar directamente con nosotros a través de info@pausanias.com
Una vez confirmada la salida del viaje por parte de Pausanias Viajes Arqueológicos y Culturales S.L. mediante correo electrónico o teléfono, el cliente deberá proceder al pago del la cantidad pendiente del viaje antes de la fecha de salida según las instrucciones comunicadas por Pausanias Viajes Arqueológicos y Culturales S.L.
Todos nuestros viajes están sujetos a las condiciones generales de viaje combinado de Pausanias Viajes Arqueológicos y Culturales S.L.
La reserva del viaje se realiza y formaliza únicamente a través del pago de la primera cuota del viaje.
El pago de la reserva se puede realizar principalmente a través de nuestra web en la misma página del viaje (pestaña Reserva). En el proceso de reserva online es necesario introducir los datos requeridos en el formulario y elegir la forma de pago: tarjeta, trasferencia o paypal. Al terminar el proceso se recibirá un correo automático de confirmación de la operación realizada.
Desde Pausanias, una vez registrada la reserva, enviaremos en un plazo máximo de 48 horas un nuevo correo con las condiciones precontractuales del viaje.
En caso de elegir el pago por transferencia en el proceso de reserva online, el viajero tendrá que realizar la transferencia desde su banco. Desde Pausanias recibirá confirmación de la recepción de la transferencia y las condiciones precontractuales del viaje en un plazo máximo de 48h desde la recepción de la transferencia.
También se puede reservar un viaje de forma presencial en nuestra oficina de Madrid.
El saldo del viaje se realizará antes de la salida; el plazo dependerá del tipo de viaje, pero siempre al menos 20 días antes de la fecha de inicio del viaje.
Entre 60 y 40 días antes de la salida, Pausanias contactará con los viajeros para comunicar los detalles finales del viaje (horarios, instrucciones, punto de encuentro etc) y la apertura del pago de la segunda cuota según la modalidad online o presencial o por transferencia. Con el segundo pago se saldarán los eventuales suplementos (habitación individual u otros servicios requeridos).
Siempre estamos disponibles tanto por teléfono, como por correo electrónico para solventar cualquier duda o aportar la información adicional que se necesaria.
Las condiciones de cancelación de un viaje están detalladas en las condiciones generales de viaje combinado, en las condiciones particulares del precontrato enviado tras la reserva y en el contrato final del viaje que se envía al viajero al momento del saldo del viaje.
En general los posibles costes de cancelación dependerán de eventuales gastos de anulación (como tarifas aéreas no reembolsables y servicios turístico no reembolsables) y de los gastos de gestión que Pausanias tendrá que hacer frente por la cancelación.
Nuestros servicios pueden incluir un seguro de viaje de asistencia o un seguro de viaje de asistencia y cancelación, válido en el arco temporal del viaje.
El tipo de seguro incluido siempre viene especificado en la información detallada del viaje
Informamos al viajero que está facultado para contratar por su cuenta y de forma voluntaria cualquier otro tipo de seguro adicional que considere necesario.
Un seguro de asistencia cubre los posibles percances que pueden ocurrir durante el desarrollo del viaje (por ejemplo: perdida de maleta, problemas médicos …)
Un seguro de cancelación contempla la posibilidad de obtener un reembolso total o parcial de los posibles gastos de cancelación de un viaje por parte de la compañía aseguradora si el motivo de la cancelación del viaje se debe a alguna de las causas que se recoge en el clausulado mismo de la póliza. Recordamos que en general la contratación del seguro de cancelación en un plazo de 7 días desde la formalización de la reserva del viaje. (Ejemplo de seguro de cancelación)
inline